El (amargo) sabor de la victoria.

Todo está en su contra, dicen que quién no arriesga no gana; pero esta vez es imposible, no hay salida, mas tampoco hay retorno, la decisión ya está tomada, la moneda gira en el aire, si cae escudo, pierde, si cae corona, también; sólo si el destino da un giro inesperado y la moneda no cae, puede alcanzar la victoria… él quiere probar su sabor, aunque duela.Por razones inexplicables, que solo algún Dios comprendería, una mañana se encontraron se habían encontrado antes, pero ninguno lo notaba; un borrador, una tarea, bastaron cosas tan insignificantes para que por primera vez sus miradas se cruzaran. Dialogo, no mucho, pero de todos los días; desde aquella mañana bendita (o maldita) comenzaron a entre lazarpalabras, pocas, pero palabras, palabras que cada vez fueron más personales, más intimas, más secretas, más de los dos…y pasó lo que él más temía: se hicieron amigos, es decir, él ahora tenía una amiga; sabía el riesgo que podía correr, pero pasó tan sutilmente que no pudo advertirlo y alejarse a tiempo.Ella era linda, algo extraña pero linda (tal vez eso le hizo pensar que sería diferente), y él, él sólo era él, pero tenía una cualidad, que él creía su peor defecto; siempre se enamoraba de sus amigas, lo que significaba para él , el fin de cada amistad.Él lo sabe, ya le ha pasado, se supone que debe haber aprendido. Trataba de evitar tener amigas, lo han herido muchas veces, pero esta vez, ya era tarde.Podría dejarla irse, intentar olvidarla, pero, ya la amaba y creía (cree) que cuando se ama, hay que amar en serio…Convencido, buscó la forma de amarla quería pensar que ella también lo amaba, quería estar a su lado. Aunque también sabía que es imposible, hace días un amigo le dijo:”una vez que se hacen tus amigas, las perdés como amantes”. Sabía que ella lo quería, pero solo lo quería y ya.“No importa” se dijo a sí mismo, esperanzado;… y comenzó a fraguar su plan, muy cautelosamente, con paciencia escribió cartas que contenían toda su alma, y cada vez que ella las recibía , él se acercaba más a un abismo al que podría caer en cualquier momento, una palabra bastaba para romper el delgado hilo que lo suspendía, caería en un precipicio del que no se podría salir, perdido acabaría, sin confiar en persona alguna yacería; todo su amor lo estaba entregando en cada carta; si no funcionaba, su luz se apagaría y jamás volvería a ser él mismo, un riesgo que estuvo dispuesto a correr.Conforme pasaba cada día, cada segundo, más amor gastaba y seguía cayendo en espiral hacia ese destino fatídico que le esperaba y que él sabía, pero prefirió ignorar.El tiempo pasaba él se cansó de esperar, tomó la decisión de su vida, optó por actuar, ver sus ojos de frente, y declararle su amor.Ella no lo ama, todo está en su contra, tal vez inútil sea todo lo que está haciendo, es decir, causa perdida, nadar contra corriente, pero no lo puede, no lo quiere ver…Hoy es el día, ahora es el momento, está frente a ella, rígido por los nervios, pero impulsado por la adrenalina y por todo su amor, ella despide un aroma que lo envuelve, y, a la misma vez, lo hace sentirse en las nubes y le vacía el estomago, y le congela la espina, le duele, pero le gusta; sabe que no puede ganar, pero juega; la mirada de su amiga (o enemiga tal vez), borra de su memoria todo lo que había practicado, sin palabras entonces, sin oportunidad aparente, solo con esperanza, escupe(vomita) las primeras palabras que acuden a su lengua:-“Desde que te ví… -respira profundo-… no puedo dejar de pensar en vos…”Lo dijo sí, fue su forma de decirle que la ama.Un silencio de cementerio invade el entorno, y un par de segundos, que parecen horas, pasan hasta la respuesta de Jessica… Con ojos tristes, casi de lástima, ella mira los ojos de su amante,… sonríe…Todo estaba en su contra, dicen que quién no arriesga no gana; pero esta vez era imposible, no había salida, mas tampoco retorno(ya había confesado su amor), la decisión ya estaba tomada, la moneda giraba en el aire…-“Somos muy buenos amigos, como para arruinarlo”, rompió el silencio…Por la cabeza de él pasaron tantas cosas: “una vez que se hacen tus amigas…” -¿porqué no lo escuché?... “amigos”… ¿qué sentido tiene?...Revoloteaban en su mentes estas y muchas otras preguntas……la gravedad es infalible, y la moneda tenía que cae, y por más que gire sobre sí pro un par de segundos, al final una cara queda arriba, y otra abajo.Ella no lo amaba el quiso intentarlo, “dicen que quien no arriesga, no gana” , pero nadie te asegura que si tomás el riesgo, de fijo ganás.La adrenalina se esfumó y el momento se tornó incómodo, no se sabe si él aún pueda amar a alguien, o si pueda (quiera) volver a entregarlo todo a una caída segura… y ella, ella solo se fue y desapareció, como debió haber sido desde el principio...

Libertad


Camina, rápido arrastra sus pies, a veces, otras, da pasos fuertes o patea lo que esté en su camino, camina con la cabeza baja, sin ver hacia donde va; así pasan horas, se detiene, levanta la mirada, son alrededor de las siete de la noche, frente a él, un gran árbol de ramas gruesas y hojas verdes, está en el bosque, ya muy profundo como para devolverse, la oscuridad se hace cada vez más profunda.

Toca su bolsillo mete la mano y saca un cuchillo, que usa para marcar una gran X en la corteza del árbol, cortes profundos, con fuerza. Camina, con el cuchillo en la mano, a cada árbol. En adelante les hace la misma marca, cada vez menos profunda y máas pequeña; se encuentra marcando uno de tantos árboles, sólo rayándolo, apenas acaricia la corteza, el silencio se rompe -Auuuu-, un lobo a lo lejos se escucha.

Sigue caminando y rasgando árboles, sujeta cada vez más fuerte el bolso que lleva, cada vez más rápido, ahora corre, ya no marca los árboles, ni mira por donde va. Cae.

La mañana llega. se levanta, da un par de vueltas sobre sí y queda mirando fijamente en una dirección. Frente a él, un gran árbol de ramas gruesas, hojas verdes, con una gran X en la corteza... baja la cabeza, descarga un izquierdazo contra el árbol y se sienta. Mira por todas partes, se levanta y corre, vuelve, de nuevo, le pega al árbol, cae sentado, mira su mano derecha... aún tiene el cuchillo...