Secretiando

En el momento que oyó el secreto que le contaron, fue picado por un bichito, que volaba muy cerca de ahí. Lo que él no sabía, es que el bichito, venía con el secreto.
En ese momento no pasó nada, es decir, el secreto se siguió contando. el piquete no se veía, y el bichito se metió en el maletín.
La mañana del día siguiente el veneno ya estaba en todo su cuerpo, al principio no lo notaba, pero el cosquilleo se volvía más evidente conforme avanzaba la tarde.
Conforme se oscurecía el cielo de esa tarde, que de hecho dejaba de ser tarde, se le aclaraba la mente. No porque el veneno al fin se estuviera disipando, sino todo lo contrario, por que ya estaba casi del todo absorbido y comprendido.
En los últimos minutos, como sacando el portero a cabecear -por usar jerga mundialista, salió desde adentro el resultado de poco más de 24 horas de incubación, salió de sus labios otro secreto, igual de grande, igual de secreto, como pagando por lo de ayer.
Después de eso, se subió al bus, y vio que un bicho salía de su maletín, claramente no vio que había dejado sus diminutas cría en un rincón del oscuro fondo poblado de cuadernos.
Otras 24 horas después, 48 después de haber escuchado el un secreto y haber sido picado, salió de nuevo, el mismo secreto de ayer, pero con más fuerza, más alimentado, más meditado, más interiorizado; y en otra dirección.
Entonces otro bicho picó al amigo que escuchaba. Esta vez el veneno sólo duró dos minutos en actuar, y el amigo respondió con un secreto propio. Y tal vez cerró la cadena.
Pero habían más crías, y los secretos siguen siendo secretos hasta que todos (al menos los implicados) los sepan. Y todos tenemos bichitos en el maletín, y cuando nos cuentan un secreto, nos sentimos obligados a contar un secreto nosotros...

Agüizote

El portero, de rodillas sobre la línea que defiende, le reza a los Dioses del Fútbol antes de comenzar el partido. En otro lugar, a muchos kilómetros, Julián le pide al cielo que le dé fuerzas para decirle lo que piensa a Sara, quien acostumbra llevar su moneda de la suerte en la cartera todos los días.
Ese día, Carlos se levantó con el pie izquierdo, y apenas se dio cuenta, salió corriendo a echarse agua en la cara, "No hay mal que le agua no cure", se decía...

Ese día: hubieron muchos goles en esa cancha, Julián no pudo hablarle a Sara. Ella, que sí quería estar con Julián, tiró la moneda en la fuente, no pidiendo un deseo, sólo desechando la moneda. Y Carlos, él dejó la billetera en la casa, pero se enconjtró un billete de 5000, nunca supo si tuvo suerte o si no la tuvo...

Ese mismo día, yo evité pasar por debajo de una escalera, y cuando me di cuenta me hizo gracia...

ojelfeR

Entonces notó que la herida estaba en el lado izquierdo, no a la derecha, como él creía. Se pasó la mano por el cuello y después al pecho, que seguía adolorido. Se vió la mano en el espejo, hizo una seña, como si escribiera en aire, sólo para recordar que era la mano derecha.
En ese momento se pensó al revés, ¿y si en realidad todo lo que estaba haciendo lo estaba haciendo mal? el sólo pensarlo le arrebató una sonrisa, y se acordó de que hace mucho no se reía. Hizó una mueca, y se alejó del espejo.

Revista

Tony la está esperando en las gradas de la muni, habían quedado en verse en el parque, pero la lluvia no lo deja sentarse en un poyo. La sombrilla de Panasonic está cerrada a la par suya. Estaba empezando a sudar, el bus estaba muy caliente. Se venía tomando una Coca, pero no para refrescarse, se acostó hasta las tres de la mañana, y hoy tuvo que levantarse a las siete, saque cuentas.
Kattia había almrorzado bastante, y eso le daba sueño, pero desde ayer había quedado en ver Tony, tenían mucho de no verse, y no quería que volviera a perderse tanto tiempo.

Se conocieron en el cole, porque Tony le ayudó con una tarea de física. Eso fue hace más de tres años, hace dos Tony se fue a vivir a San José. La semana pasada se encontraron en Facebook, y Tony, que se había dado a la tarea de buscar viejos amigos los últimos dos meses, no dudó en invitarla a salir.

Tony vió cuando Kattia llegó al parque, con una sombrilla morada y el pelo recogido, esperó a que diera un par de vueltas, y salió de su refugio para ubicarla. Los dos han cambiado mucho, no sólo por la barba de Tony, porque Kattia ya no usa frenillos; sino porque Kattia ya no viste de negro y porque Tony había descuidado el fútbol. Se vieron con los mismos ojos, pero con otra mirada.