Dulces sueños III "El despertar"

Es cuando el caballero lo comprende, para que el dragón responda, tiene que atacarlo.

Hace días se sentía mal, creía que no tiene sentido sólo llegar atacar y matar al dragón, es decir, la gracia es pelear, si no el valor del caballero pierde sentido, necesita salir herido, combatir, sudar en la pelea.
La historia comienza cuando el escuchó hablar del dragón, ese mismo día quería salir a buscar aventuras, no le gusta aburrirse, las leyendas de los alrededores son épicas, cada vez que escuchaba de él, se sentía más obligado a buscarlo

Aunque es intrépido, teme, le habían dicho que tiene posibilidades, el dragón es pasivo y él es un buen guerrero.
Cómo cuesta decidirse, lo intenta varias veces. En la que está más cerca, la voz de su compañero lo detiene: “No lo ataques, espera, estúdialo…”. Le duele haber desperdiciado esa oportunidad.

Después de todo se atreve la inexperiencia del caballero y la pasividad del dragón se alían para que se dé el enfrentamiento. La pelea es larga, y lenta. Mirando, cada uno, los ojos del oponente.
La batalla continúa, los ojos se reflejan en las pupilas del otro. Continúan así por horas. El caballero, con dosis regulares de adrenalina, piensa en lo que está pasando, con cuidado. El dragón, aún sereno, está en a pelea, pero no se mueve. Ninguno se mueve.
La gente que pasa los mira, dudan, opinan, pero no influyen la contienda. Guerrero y oponente continúan inmóviles.
Al atardecer, un intento de ataque del caballero. Falla. Pero el dragón, en respuesta, deja salir su aliento sobre el caballero. Inesperado.
El caballero, por fin, disfruta cada segundo. Su entorno desparece, ahora son sólo ellos dos. Quiere seguir. Hiere al dragó. Este es único momento activo de la pelea.
Ambos esperan ahora, mirándose. Esperando a que pase algo, pero no hay iniciativa. Cada uno estudia las horas pasadas. Buscando respuestas.

Es cuando el caballero lo comprende, para que el dragón responda, tiene que atacarlo.

Cambio de estrategia. El dragón es pasivo y no piensa en pelear. Pero con un estimulo, probablemente responda. Y ambos lo disfruten.
Aprieta los puños que sostienen la espada. Mira los ojos del dragón, una vez más.
Ya sabe qué hacer. Está feliz. Está cansado, pero no le importa. Las horas de espera van a valer la pena.