Dulces sueños, capítulo VIII

Esa mañana, después de despertar, el caballero andante se dió cuenta de que en realidad no había encontrado lo que buscaba. Se había dormido feliz, después de haber recorrido un largo camino.
El camino que recorrió el caballero, lleno de dragones y oponentes, esa mañana era un sendero. A lo largo de un bosque de árboles grandes y coloridos. Al lado del sendero, estaba sentado un viejo.
-¿Hacia adónde caminas?- preguntó el viejo
-No sé
-Entonces ya llegaste
El caballero suspiró y se sentó en el suelo, junto al viejo hasta el anochecer, cuando fue invitado a pasar la noche en casa del viejo.
La casa estaba cerca, el viejo vivía con su familia, que hospitalaria recibió al caballero con música y comida, después de bailar y comer, el caballero relató sus historias a la familia.
Les contó que es un príncipe que buscaba aventuras, cuando cambió su forma de ver el mundo, porqué decidió ser un caballero andante, y de cuando casi se rinde. También habló de sus aventuras, de cuando enfrentó al dragón, cuando se quedó con la mujer extraña, de la docella que no pudo salvar. Estaba feliz de haber llegado a algún lugar.
Después de recordar tanto, cansado de sostener el peso de la nostalgia, el caballero andante se fue a dormir.
-Dulces sueños- dijo el viejo mientras el caballero subía.

Esa noche, el caballero tuvo un sueño muy extraño. Al despertar, se dió cuenta de que en realidad no había encontrado lo que buscaba. De que no había llegado a ningún lado. Y de que necesita seguir caminando...

Neruda, entre 15 y 20

(15)
No me gusta cuando callas, no te quiero ausente. Y si me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. No tiene sentido. Y si un beso [otro] te cerrara la boca, creeme, te sigo queriendo.
No me gusta cuando callas y estás como distante, porque estás tan cerca y tan ausente. Me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza Maldición, ¿por qué no me doy cuenta?
Y melancolía no te describe, ni mariposa, ni alma mía. Vos sos vos.
No sos como la noche, callada y constelada. Y tu silencio no es de estrella, lejano y sencillo, tu silencio es distinto, casi cuchillo.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan Ya no es suficiente, no es para vos, para mí tampoco.

(20)
Puedo escribir los versos más tristes esta noche Pero ya amaneció, y la noche no fue triste.
Y no te tuve entre mis brazos, ni te besé bajo el cielo infinito; pero acepto que a veces, también la quería hoy, también te quiero.
Y eso de pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Hoy quiero que nada esté escrito.
No soy como Neruda (ya no la quiero, es cierto), Hoy sí te quiero, y no te creo perdida. De otro [otra vez]. Será de otro. Y sólo escribo, los versos no tan tristes de esta mañana.
Ni corto el amor (que no hemos vivido), ni largo el olvido(que hoy no imagino)
Y de verdad espero que no sea el último dolor que ella me causa, ni que, a pesar de que no es suficiente, éstos sean los últimos versos que yo le escribo

Y ya sé que no es suficiente, que veinte poemas no ven a los ojos y dicen (todas) las cosas.
Ya sé que te quiero, y espero que no sea tarde. Ya sé donde estoy, ahora me toca buscarte.

itálicas en (15): Neruda, P.(1924) Poema 15. 20 poemas de amor y una canción desesperada. Chile
itálicas en (20): Neruda, P.(1924) Poema 20. 20 poemas de amor y una canción desesperada. Chile

Tresesenta

...y uno cree que quiere algo, que ya sabe hacia adonde caminar. Pero no, tenías que esconderte otra vez. Yo que por una vez pensé que ibas a estar ahí. No deberías seguir haciendo eso.
¿No te dije que era tu caballero andante?, Dulcinea.
¿Acaso no pensábamos que todo iba salir bien?.
Tengo que aceptar que tuve la culpa, pero de eso ya pasó un año. Y sé que no debí hacer eso, pero a veces uno no puede ver.
Mirá, si y tuve antes la culpa, fue por vos y tus metáforas. Yo sé que soy igual, pero ese no el punto. Vos nunca me diste una sóla pista...


Silencio incómodo y las miradas se dirigen al suelo, y la mano temblorosa que levanta la otra mirada desde la barbilla.

No sé por que no me hablás. ¿ahora tengo que buscarte?
Sabés que es lo peor, que yo sé que si mañana te veo, te voy a amar como antes. Como hace un año

Dormir para siempre
y viajar, acompañarte,
a tu lado, mi lady,
como caballero andante.

Caballero andante, por vos (te lo dije)

En tu defensa podés decir que nunca supiste, o que una vez, ya no te quize.
Y tuve que elegir, y elegí dejarte, dar la vuelta, ciento ochenta.

Hoy, nada más me acordé de vos, desde eso he dado muchas vueltas. Tres sesenta.
¿Y vos qué hiciste? ¿Querés venir?
Lléguele, aquí hay campo. Sólo no pensemos en el año pasado.
Demos un giro.
Tresesenta grados.

O tal vez...

Y a tu lado me como un dulce azul/amargo. Un dulce que a pesar de ser tal vez el peor, es el que más he disfrutado. O tal vez no. Todo sabe mejor con vos. Eso sí.
Yo no sé a donde vas. O tal vez sí. Pero sé que quiero ir con vos. O tal vez no. No se adonde voy yo. O tal vez sí. Pero quiero que me acompañés. O tal vez no.
Y es que los dulces no deben saber azul/amargos. O tal vez sí. Y deberían ser dulces y fáciles de entender. O tal vez no.
Esta incertidumbre es la que me hace caer en espiral. No tengo salida. O tal vez sí. De todos modos, esta caída es buena. O tal vez no.
Es frío caliente, silencio a gritos. Es sí y es no. O tal vez no y sí.
Callar algo. O tal vez no. Decirte algo. O tal vez sí. Callarlo a medias. O tal vez no. Decirlo a medias. O tal vez sí.
Y es que no tengo derecho. O tal vez sí. Es decir, sos libre. O tal vez no. No creo que pueda, o que podás... O tal vez sí.
Las cosas como son, ¿no?. O sí. O no. No es cuestión de suerte. O tal vez sí. Se trata de decidir. O tal vez no.
Sos Yin y sos Yang, a veces sí, a veces no. Sos un escrito en ruso, o tal vez no. Y yo no entiendo el ruso. O tal vez sí.
Sos Yin y sos Yang, a veces sí, a veces no. A veces blanco, a veces negro. O tal vez no. En realidad no me importa. O tal vez sí. Te quiero completa. O tal vez… (Creo que aquí no cabe un tal vez no o un tal vez sí, ni siquiera el tal vez, creo que es a veces). Me gustás completa a veces, o tal vez no, tal vez a cada rato. Aunque lo dulce sepa amargo. O tal vez no.

Dulces sueños Parte V

El gran y único amigo del caballero andante lleva meses desaparecido. el caballero, que no tiene otra opción más que seguir, no rendirse, mantener la frente en alto, intentar olvidar a los acompañantes que ha dejado perdidos durante su viaje al que decidió dejar de ver y al que extraña como si hubiese perdido su propia sombra.
El caballero, lleva ya mucho tiempo viajando solo, con un diario como única compañía, un diario que no le responde.
El único ausente es su amigo, las aventuras, los dragones, la gente siguen ahí, nada parece haber cambiado, mas para el caballero, que ahora debe hablar sólo consigo mismo, todo es distinto, ya no puede confiar en nadie.
La gente que lo conoce le quiere, y él duerme en camas ajenas. Pero no se siente bienvenido, se siente extraño, extranjero ya no pertenece a ningún lugar.
Teme que se vayan, teme perderlos, teme que su fama los afecte, teme que el mismo abismo que le a seguido los pasos también acabe con ellos.
En el pueblo que se queda en esta época, vive una joven famosa, famosa por sus actos, porque ella misma ha matado dragones, porque los hombres le temen. Se dice que practica la magia, que es capaz de poner anzuelos frente a la gente sin que lo noten, que tiene un canto de sirena único.
Pero es la única que hoy le a ofrecido refugio al caballero. Afuera llueve, y ella también está sola.
La bruja, cómo se le llama a sus espaldas, está igual que el caballero, sola, pero es distinto. Ella sabe que necesita algo, ella sabe qué necesita. Ella lo busca, pero no lo encuentra.
No sabe que su huésped necesita calor y ella tiene fuego, no sabe que su huésped necesita calor y ninguno de los dos se ha dado cuenta.
El caballero, que teme por la reputación de la bruja, ya no confía en las apariencias.
Tiene mucho sueño, demasiado sueño. Pero no confía en la cama sobre la que duerme. Quiere quedarse ahí, no tiene fuerzas.
Quiere llamar a la bruja y quedarse a su lado, pero no tiene fuerzas.
El caballero sigue ahí, yaciendo, solo. Aún no llama a la bruja, con la que cree querer estar, la que está a sólo metros de distancia, buscando a quien la busque.
El caballero sólo espera, lo que sea que pase que lo mueva. No sabe que quiere, pero sabe que no quiere seguir ahí, por lo menos ahí solo.
Cualquier cosa que lo pueda mover, lo va a mover, ya sea que la bruja regrese, o que decida salir, seguir andando, buscar una patria, buscar un abrigo.

Tus dos caras

Ahora tenés que hacerlo para vivir, no te puedo obligar, pero tarde temprano te va a dar hambre y tenés que alimentarte, la comida de los mortales no es lo mismo, ahora sos como yo, y tenés que comer como yo.

Ja ja… querías ser inmortal, pero no me dijiste que no te gustaba la sangre… que repulsivo, en verdad creí que sabías lo que querías. Ahora, ahora ya no hay marcha atrás…. Supongo que te acabás de dar cuenta, tenés que extinguir vidas para conservar la tuya.

En realidad no es tan malo, después de un tiempo lo disfrutás y luego empieza a gustarte… la gente tiene que morir algún día y…nosotros tenemos que comer, no es malo, es necesario… ahora bien, hay otra opción pero… es decir, podés beber sangre en bolsitas, tenemos varias en casa, para los cobardes como vos, es una alternativa, pero no creo que te guste, es monótono y hay que conservarla fría para que no se eche a perder, y fría no sabe igual, no te va a gustar, podés intentarlo, pero me decepcionaría.

No creo que te importe decepcionarme ¿Cierto?, pero sí creo que no te gustaría perderte de la experiencia de alimentarte de lo que la madre naturaleza nos provee o, ¿acaso te gustaría morir de hambre, sin haber probado?

Dulces Sueños IV (Elena de Atilus)

Personajes:

ALTOS: Extranjero, ciudadano de Artalia

DAVIÓN: compañero de Altos

CORO de Ciudadanos

SISENE: Conciudadana de Altos

ILVANA: Consejera de Helena

ELENA: princesa de Atilus

Acto I

Explanada en la afueras del castillo de Atilus, llegan ALTOS y DAVIÓN

ALTOS: Oh, Davión, amigo y compañero de viaje mío, hemos llegado al castillo donde mora la hermosa Elena, cuánto he esperado este momento, y cómo he orado a Afrodita me conceda el amor de tan hermosa mujer.

DAVIÓN: Pensadlo bien, mi señor. No os apresuréis en decir vuestros sentimientos y orar a los Dioses. La hermosa Elena ha de saber lo que hace, y si no os atendió aquel día en su pueblo ha de ser con razón.

ALT: Lo pasado, pasado, compañero mío, y la beldad de Elena yo la deseo desde aquellos tiempos en que nuestros caminos se unieron por voluntad de los dioses del mar y del cielo. Mi amor le pertenece a ella. Oh mi querido Davión, si vos entendieses lo que dentro de mi pecho arde, ya me hubieras dejado correr en busca de la amada mía.

DAV: Adelante pues, no tiene sentido discutiros, si la imagen de la princesa Elena ya ha cegado vuestros ojos y no os deja entender lo que sucede. Entrad pues al castillo y declaradle vuestro amor una vez más a la bella Elena, princesa de Atilus.

CORO: Oh, Dioses del Olimpo, ¿Porqué habéis permitido esto? Davión, único amigo y consejero de Altos lo ha dejado a su suerte. Ay del oscuro futuro que le espera. Atenea, por favor, oh poderosa deidad de la sabiduría, actuad en este suceso, no permitáis que el noble Altos se deje caer en las garras de la oscuridad, no lo dejéis entrar en el abismo de auto destrucción que carga consigo la sospechosa beldad de su majestad, Elena de Atilus.

(Llega corriendo SISENE)

SISENE:(grita) No podéis entrar, oh caballero de Artalia. (A Davión) Decidle vos, cómo su amigo y consejero, avanzad y detenedlo antes de que ose ingresar la castillo. Él no puede. Sino lo hacéis, he de ir yo a detener con mis propias manos, y de ser necesario con mi espada, al artaliano Altos. A quien no he de permitir caer al abismo que le espera.

(Va se Davión)

ALT: ¿Quién sois? ¿Por qué corréis tras de mi? Oh mujer alocada, cómo osáis venir y detenerme en mi camino, en mi búsqueda del amor en brazos de mi amada Elena de Atilus.

SIS: Mi nombre es Sisene, oh artaliano, y he venido aquí desde que oí de vuestras intenciones, discúlpeme mi señor, pero, auque sea por la fuerza, no os permitiré entrar en ese castillo.

ALT: No sabéis lo que siento, oh artaliana mía. Si conocieses el miedo que me da. Oh mi falsa seguridad. Cómo he rogado a los dioses estén conmigo para disipar mis dudas. Y venís vos, espada en mano a darme razones para no entrar a amar a la princesa. Envainad vuestra espada. Dadme vuestras razones, y espero que sean buenas, por que de haberme detenido sin razón, oh ciudadana de Artalia, seré yo quien te hará nadar en las aguas del estigio.

(Sale ILVANA del castillo)

ILVANA: ¿Acaso he escuchado una discusión en las puertas del castillo? ¿Quién sois?, oh ciudadanos, y qué hacéis en las puertas de mi palacio.

SIS: Disculpadnos, oh señora, pero hemos desistido, en este momento nos dirigíamos al pueblo, lejos de las puertas de vuestro castillo. (A Altos) Apurad el paso y venid conmigo, esa noche es para nosotros y estaremos juntos para siempre.

ALT: (A Sisene) ¿Qué decís? Sin duda vuestra extraña beldad me ha cautivado, mas no sé que decir ante vuestra propuesta. Me habéis separado de mi camino, y me ofrecéis lo que buscaba. Cómo he de negarme, oh coterránea, Corramos, lejos de aquí, y alejémonos de lo que me has separado.

CORO: Oh poderosa Afrodita, cómo agradecer toda vuestra bondad, al parecer vuestro poder ha alejado a nuestro señor artaliano de las garras de su fatídico destino.

(ILVANA corre tras ellos)

ILV: (Grita) Esperad ciudadanos, necesito veros una vez más, por favor, detened el paso y esperadme.

SIS: ¿Ahora qué? Qué puede haber olvidado la muy tonta.

ALT: Esperad, Sisene mía. Ha de tener algo importante qué decirnos. Ya estoy decidido a permanecer a vuestro lado, y abandonar mi empresa al lado de Elena, princesa de Atilus.

ILV: (llega) Dejadme miraros al rostro una vez más o caballero. Es cierto. Ahora puedo confirmar lo que creí hace unos minutos. Yo os conozco, oh caballero artaliano, vos sois quien hace un año pretendía a mi señora Elena. Habéis venido acaso a intentar ganar su corazón de nuevo.

ALT: Lo siento, oh noble señora de Atilus, pero parecéis estar confundida, nunca he yo visto vuestra persona, y dudo que me conozcáis.

ILV: Disculpadme, oh caballero, es que mi señora no ha parado de hablar del noble caballero que con su misterio la cautivó. Pero adelante, seguid vuestro camino que vuestra amada parece impaciente.

CORO: Oh los dioses del amor y la guerra que por poco confabulan para que un desastre ocurra en plena ciudad de Atilus. Gracias a los rectores del destino y a la poderosa Atenea. Oh diosa de la sabiduría que habéis iluminado a nuestro señor para negar su pasado y permanecer seguro en brazos de la dulce Sisene.

Acto II

Esa noche, en la entrada del castillo de Atilus, llegan ALTOS y DAVIÖN y tocan la puerta.

DAV: No puedo creer que me hayáis convencido. Ay de la pobre Sisene cuando se entere de la atrocidad que planeáis. Deberíais volver, ahora que podéis, os lo suplico mi señor. No soportaré ver a Sisene y decirle lo que sucedió.

ALT: Vos podéis irte, no te tengo atado a mi ser. Pero por los dioses, os lo ruego, quedaos, acompañadme.

(Sale ILVANA)

ILV: ¿Quién osa venir tan tarde ante el castillo de Atilus? Pero si sois vos, el extranjero que hace horas pasó por estos rumbos. ¿Qué os trae de vuelta?

ALT: Teníais razón, oh señora de Atilus. Mi nombre es Altos, caballero de Artalia, y yo soy quien hace un año pretendía el abrazo de su señora, Elena. Y en efecto he venido en busca de una oportunidad.

CORO: Ay, ay, ay del destino cruel. Por qué, oh dioses del mar y del cielo, por qué permitís que nuestro caballero caiga en tal trampa mortal. Ay de nuestro señor que se ha dejado caer en las garras de la destrucción. Ha quedado tan débil y vulnerable ante las Arpías que lo guían hasta las oscuras aguas del Estigio.

ILV: Benditos sean los Dioses del amor. Enseguida voy por mi señora. Esperad aquí o mi señor. Gustosa ella estará de saber que vos habéis recorrido tan largo camino por estar a su lado. (Va se)

DAV: Oh mi señor que ha cruzado la línea, no tendrá retorno si ella acepta, qué será de la bella Sisene al enterarse de lo que le habéis hecho. Que los dioses de la guerra no os castiguen oh mi señor, por lo que estáis a punto de hacer.

ALT: Ay de mi, amigo Davión. Ay de mi, ay de mi futuro, ay de mi destino. De no haber sido por las palabras de la señora Ilvana, y por que su majestad, la hermosa sin par, Elena de Atilus, me ha estado esperando. Hubiese permanecido al lado de Sisene. Pero los Dioses me han dejado un mensaje, y me tienen aquí, inmóvil, frente a la puerta del castillo de Elena.

(Llega ILVANA con ELENA)

ELENA: Entonces, es cierto. El misterioso caballero Altos de Artalia está ante mi puerta, rogando mi mano y mi amor. Oh los dioses del amor que os han guiado hasta mi puerta. No podría negarme a vuestra petición. Vuestro misterio y demostración de afecto al venir hasta mi castillo han conquistado mi corazón, oh señor artaliano.

ILV: (a Altos) ¿Qué pasó con la joven, su amada, por qué venís y dejáis a una mujer en su cama esperándoos?

ALT: Mi amor es tan grande, y los dioses tan buenos, que he tomado una decisión, ahora soy de su majestad, mi alma pertenece a la hermosa princesa, Elena de Atilus. Ven acá, oh amada mía y vivamos nuestro amor.

ELE: Alagada me siento por todo lo que me ofrecéis, sin embargo, os ruego esperéis, quedaos a mi lado, pero dejadme aprender a vivir a con un hombre. Y esto os lo prometo, no lo dudéis, que de mi vais a recibir todo lo que pueda ofreceros.

ALT: Vuestros deseos son órdenes oh mi señora. Y esto os lo prometo, no lo dudéis, que de mi vais a recibir todo lo que pueda ofreceros.

(Van se todos)

CORO: Ay, ay, del destino y el fatídico laberinto al que nuestro señor ha entrado. Oh dioses del cielo, acabad con esto por favor. Oh poderoso Zeus, usad vuestros truenos y terminad con esto, envía a todos a flotar en las saladas aguas del Estigio. Ay, ay, ay de nosotros que preferimos la muerte de todos antes que las calamidades que el destino tiene previstas en su enorme libro.

Acto III

La mañana siguiente, en el castillo, ELENA y ALTOS discuten.

ALT: Ay de mí, oh Atenea, ¿Dónde estabas que no me iluminasteis? Cuánto caso debí hacerle a mi Davión, que me advirtió sobre vos. Ay de la pobre Sisene, que ha quedado en una cama, esperando mi cariño y mi abrazo.

ELE: Ay de vos, oh caballero artaliano, que prometisteis permanecer a mi lado. No tenéis salida, mi caballero. Yo no os quiero, no me queréis, pero ambos prometimos ante los dioses continuar. Ay de nosotros, atados para siempre, encerrados en un abismo espiral del que no podemos salir.

CORO: Ay de nuestros señores, que no se aman y siguen atados, ni la dulce Ilvana, confidente de ambos ha logrado conciliar este macabro juego del destino, que aún sabiendo el sufrimiento que arriba, no hace algo en su contra.

(Entra DAVIÓN)

DAV: Oh mi señor, ay de vos, vuestro sufrimiento es de nunca acabar, la hermosa Sisene, al enterarse en el pueblo de que un artaliano ha conquistado el corazón de la princesa, ha enfurecido, y por los dioses que está furibunda, a punto de entrar.

ILV: Ay de mis señores que siguen cayendo. Ay de mí que inútil estoy ante todo, limitada a sólo observar lo que viene.

(Entra SISENE)

SIS: Oh mi coterráneo artaliano, que ha quedado preso. Ay de vos, Altos de Artalia, que me habéis dejado por ésta, un monstruo que sin corazón tener, te ha ofrecido la luna. Ahora estáis ahí postrado, llorando a los dioses por una salida. No puedo odiaros, os amo, oh compatriota, Altos el artaliano. A vos, Elena de Atilus, os maldigo, por haber apresado el corazón de mi amado.

ELE: Oh pobre ciudadana, acaso sabéis con quien habláis, yo soy Elena, princesa de Atilus, no podéis tocarme. Esperad, qué hacéis con esa espada. ¡Guardias! ¡Detenedla! No, dejad eso, ¡NO!

ALT: Ay, ay, ay de mi. Ahora mi pena no puede ser más infinita. La que fue dueña de mi corazón ha muerto a manos de la que realmente me amaba. Y la dulce Sisene, que hubo conquistado mi razón en unos minutos, ha sido salvaje mente asesinada por los guardias reales. ¡Davión! ¡Ilvana! Dónde estáis, venid en mi ayuda. No lo creo, ante el terror han huido. Oh cobardes, dejadme sólo con mis penas, no os necesito, se que hipócritas volverán.

CORO: Oh dioses del mar y del cielo, os lo pedimos, cuidad de nuestro señor. Destrozado ha quedado, con dos amores muertos y dos confidentes desaparecidos. Ay, ay de nuestro señor que se ha ido a vagar de pueblo en pueblo, de país en país buscando un refugio para su maltrecho corazón. Oh poderosa Afrodita, dotad de un nuevo corazón a nuestro señor, o gran y temible Hades, devolvedle la parte de su alma que murió ese fatal día.

sobre las cosas...


Mirá, lo que pasa es que lo cotidiano no me interesa, puedo hacerlo, y es vacilón, pero no me llena.

Creo que es por que soy medio fantasioso, me gusta la fantasía, las historias con desencadenantes dramáticos y personajes humanos.

Me gusta controlar el destino de lo que escribo, si se mueren, si lloran, si encuentran las respuestas, creo que lo bueno de escribir es crear ese diminuto ambiente, donde viven tres o cuatro personas.

No desvalorizo lo que vos hacés, de hecho me gusta. Ahora que lo pienso, talvez sea por lo que vos decís… talvez creo que mi cotidiano no es interesante.

Hace meses hubiera escrito varas cotidianas, que no entiendo a la gente, que la naturaleza no es una excusa…

Ahora que no tengo ni para poemas, no sé que me saldría, como sobre el asiento del bus, o los precios de la comida… Aunque me acuerdo de lo que escribe Fer, pero él es muy bueno en eso, me encanta cómo puede remitir a otro espacio con las descripciones.

Leyendo esto de arriba, me doy cuenta de que realmente no sirvo para este tipo de cosas… y el post de abajo, que queriendo escribir una historia de naturaleza terminé haciendo un remedo de guión de Nat Geo.

Me gustan los cuentos, y sobre todo los poemas… son como rompecabezas de la vida, pero uno no tiene la tapa para saber cómo tiene que quedar, siempre sale algo distinto a lo que en un principio uno se imagina.

Algún día voy a escribir algo largo, novela quizás… tengo una idea, pero no soy bueno con proyectos a largo plazo….

Por ahora me quedo en los cuentos, y quiero meterme en los dramas, contar una historia a partir de diálogos y un par de acotaciones me parece interesantísimo…

Lo único fijo es que no voy a dejar los lapiceros, o los teclados, como ahora; que no tenga mucho sobre qué escribir es lo de menos, ahorita aparece alguien que me vuelva a intrigar con algo curioso, interesante y, espero, hermoso.

naturaleza muerta

Dos días después de haber muerto, el cuerpo del coyote azul hubo desaparecido entre la hierba. Las plantas, que habían estado aprovechando todo lo que el cadáver les ofrecía mientras desaparecía ante la vista de los árboles; los grises hilos de zacate ya están siendo roídos por los miles de insectos que habitan al lado.

Así, la oscura luna sale en el claro cielo de la noche, cómo siempre lo ha hecho, por millones de años, como siempre.

Las luces nocturnas anuncian el fin de muchas vidas, el fin de miles de efímeras criaturas que intentan huir de las peligrosas garras de las bestias que florecen con la noche, cómo los zorros púrpura, los brillantes y salvajes búhos.

Una de las criaturas que no salía durante las noches era el pequeño ratón de campo amarillo, los de su especie poseen siempre colores oscuros, como grises cafés o azules; sin embargo el destino lo maldijo (o lo bendijo) con un brillante pelaje color amarillo.

Vivía cerca del lago, donde el agua cambia de color con el paso de las horas, en un terreno muy húmedo, y caluroso, por las madrugadas llovía hasta entradas horas de la mañana, por la tarde, el oscuro sol evaporaba las gotas rosas que habían caído; formando las azules nubes que rozan las copas de los árboles de troncos blancos y hojas grises y rojas como el suelo que los alberga.

Esta vez, mientras buscaba comida, el pequeño roedor se alejó demasiado de su refugio, al llegar de nuevo el manto nocturno, se encontraba muy lejos de su casa para volver a tiempo.

Rápidamente intentaba encontrar un refugio para pasar la noche. Los búhos plateados ya rondaban el bosque, con sus enormes alas abiertas y su mirada en dirección a la presa. Un ratón de campo amarillo que nadaba perdido.

El roedor nota que está en el menú de esta noche y empieza a correr, primero en línea recta, lo más rápido que puede; como no funciona, corre entre los árboles tratando de perder a su cazador, parece funcionar, después de siete vueltas y cambios de dirección, el ratón deja de sentir el acecho del búho

Sigue corriendo aunque no siente al búho, de nuevo en línea recta, está cada vez más cercad e su casa. Un vistazo hacia atrás vasta para darse cuenta de que el búho ya no está a sus espaldas. Reduce la velocidad. Sabe que está a salvo. Se dirige a la entrada a su madriguera, un soplo irregular en el viento y…

Era imposible que se salvara, era demasiado llamativo su color, sobre el oscurecido gris del suelo nocturno, y la visión del búho. Sólo hizo falta un segundo para que el búho lo encontrara y se dispusiera a atacarlo.

Esa noche, el ratón amarillo casi escapa, pero el destino y la naturaleza son infalibles. Cada día llueven gotas rosas, y el oscuro sol las evapora. Cada noche los búhos cazan, y si se es llamativo, se está destinado a morir una de esas noches.

Sin Humanos

Ahora me dicen que escriba un cuento, cómo si no supieran que en vacaciones se me cocina el cerebro de sobremanera.
Jah, lo peor es que esperan que sea bueno. Y no sólo eso, que no tenga humanos.
Puedo escribir la historia de un perro al que la vida maltrat, pero caería en aquel correo que todos hemos leído del pobre perro que que es feliz hasta que se muere.
No sé, se me ocucrre algo logo, como dos mocos que hablan, o la historia de la gotita de tita que había escrito Diego.
No se me ocurre nada, una hormiga, que come azucar, en la mesa está el desayuno, la taza de café que los niños no deberían tyomarse, casi una droga, triste, en un caño, sin nada, vacío.
Voy a terminar divagando, esperando que las teclas tomen vida y escriban por sí mismas, escriban su historia y salir yo de este problema.
Podría no escribir, pero me gustan los retos, es como la araña qe sgue caminando sólo con tres patas, ¿sabrá que no lo va a lograr? especialmente cuando tiene una revista enrollada de camino hacia ella.
Y es que podría leer historias de este tipo y agarrar alguna, pero el orgullo es enorme y no me deja pensar siquiera en guindarme de algo que ya está escrito.
Auque Isa me había dicho que siempre ibamos a estar copiando a alguien, que ya todo oestaba escrito, que lo que estemos leyendo se va a ver en lo que escribamos.
¿Entonces? Mejor me voy a caminar a ver si veo algo chiva y me acuerdo de algo mejor, y lo escribo. A ver si acaso...
Bueno... me voy, por ahí nos vemos, espero que sea cuando escriba la historia.

Lloviendo

Hoy me siento feliz de ver la lluvia caer, desde mi casa, libre, por fin.
Creo que no hubiera soportado una gota más, fría, vacía; andar corriendo me había destruido. Ahor que creo que sigo vivo , tengo que yacer, dejarme care, como la lluvia, y reposar hasta fundirme con el suelo.
Me gusta pensar que la misma lluvia que me mojó la cara, mañana va a estar muy lejos, como nube.
Tengo que dormir para poder estar muy lejos.
Y esque uno cree que puede nada más caminar, así, tapado con una sombrilla y jugando de inmune, sólo viendo la lluvia; pero no se da cuenta de que las inteligentes gotas se escapan del paraguas y terminar más cerca de lo que ellas mismas esperan.
Definitivamente, es necesario detenerse, morirse un rato, respirar, y no caminar por un rato.
Igual y con el rato que dorminors, nos da chance de alcanzar a los que no descanzaron, que desde hace dos kilómetros bajaron la velocidad.
Y es que la lluvia es la metáfora por excelncia, por hoy.

¿sin máscaras?

A veces no te entiendo, andás tan sola, tan débil, tan desnuda.
Y es que a mi no me molesta, obviamente, te siento más cerca. Pero me da miedo no saber cuánto.
Me da miedo pensar que es demasiado, me da miedo lastimarte, sin que te dés cuenta.
Lo que no entiendo es cómo podés, frente a todos, ser tan frágil.
La gente usa máscaras para el frío. ¿No tenés frío? te presto mi abrigo, o una de mis máscaras, son baratas y te protegen.
No me siento bien viédndote así... a veces te pienso con ropa, y no te imagino. ¿Cómo es eso posible?
La verdad es que sos libre, pero me preocupa...
Adelante, seguí siendo como sos... yo no voy a decirte más que te tapés, pero voy a estar con vos por si te dá frío.

Extrañamente feliz


Ya no importa nada, a pesar de que parece no haber porqué, hoy quiero ser feliz.
No me importa ya lo que pensés, yo sé que lo intenté, quiero pensar que así fué. a mi manera, lo intenté.
No sé que sigue, me gusta caminar, si me querés vení, igual estaría solo, pero con vos.
Quiero pensar que soy libre, libre de mi pasado y viendo sólo adelante.
Creo que el tiempo puede pasar a mi lado, ya no me importa.
Cuando uno sabe lo que le gusta... vos sabés de que estoy hablando.
Estoy medio encerrado, pero respiro. Me gusta saber que sobrevivo.
Creo que quiero caminar, viendo hacia arriba y repirando profundo, sonriendo como idiota.
Si querés venir, adelante el campo del pasajero sigue vacío.

Dulces sueños III "El despertar"

Es cuando el caballero lo comprende, para que el dragón responda, tiene que atacarlo.

Hace días se sentía mal, creía que no tiene sentido sólo llegar atacar y matar al dragón, es decir, la gracia es pelear, si no el valor del caballero pierde sentido, necesita salir herido, combatir, sudar en la pelea.
La historia comienza cuando el escuchó hablar del dragón, ese mismo día quería salir a buscar aventuras, no le gusta aburrirse, las leyendas de los alrededores son épicas, cada vez que escuchaba de él, se sentía más obligado a buscarlo

Aunque es intrépido, teme, le habían dicho que tiene posibilidades, el dragón es pasivo y él es un buen guerrero.
Cómo cuesta decidirse, lo intenta varias veces. En la que está más cerca, la voz de su compañero lo detiene: “No lo ataques, espera, estúdialo…”. Le duele haber desperdiciado esa oportunidad.

Después de todo se atreve la inexperiencia del caballero y la pasividad del dragón se alían para que se dé el enfrentamiento. La pelea es larga, y lenta. Mirando, cada uno, los ojos del oponente.
La batalla continúa, los ojos se reflejan en las pupilas del otro. Continúan así por horas. El caballero, con dosis regulares de adrenalina, piensa en lo que está pasando, con cuidado. El dragón, aún sereno, está en a pelea, pero no se mueve. Ninguno se mueve.
La gente que pasa los mira, dudan, opinan, pero no influyen la contienda. Guerrero y oponente continúan inmóviles.
Al atardecer, un intento de ataque del caballero. Falla. Pero el dragón, en respuesta, deja salir su aliento sobre el caballero. Inesperado.
El caballero, por fin, disfruta cada segundo. Su entorno desparece, ahora son sólo ellos dos. Quiere seguir. Hiere al dragó. Este es único momento activo de la pelea.
Ambos esperan ahora, mirándose. Esperando a que pase algo, pero no hay iniciativa. Cada uno estudia las horas pasadas. Buscando respuestas.

Es cuando el caballero lo comprende, para que el dragón responda, tiene que atacarlo.

Cambio de estrategia. El dragón es pasivo y no piensa en pelear. Pero con un estimulo, probablemente responda. Y ambos lo disfruten.
Aprieta los puños que sostienen la espada. Mira los ojos del dragón, una vez más.
Ya sabe qué hacer. Está feliz. Está cansado, pero no le importa. Las horas de espera van a valer la pena.



Almas Subexpuestas


“Los ojos son la ventana del alma”

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Fue entonces cuando sacó, de aquel melancólico baúl, las fotos que había tomado.

Las agarro entre sus manos, todas juntas, las pasó rápidamente, se detuvo en una especial, aún conservaba su calidad, pero la imagen no se distinguía, la foto fue tomada con demasiada luz y no se apreciaba bien quien era ella. Entonces una gota cayó sobre la foto, una de muchas que rodaban desde sus ojos.

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Fotógrafo aficionado, no salía de su casa sin una cámara, decía que lo mejor era detener el tiempo en cada foto. “La fotografía destruye la noción del tiempo”- repetía cada vez que capturaba una foto.

Si había algo que siguiera más que a la fotografía era el amor. Era un amante de corazón, eso dice cada persona que le conoce. Pero él no buscaba una vida con un amor. El amaba la belleza, pero la creía efímera.

Pasaba largas horas de su vida fotografiando mujeres de labios carnosos, de ojos penetrantes, de delicados dedos, hombres de tez dionisiaca y tórax perfecto. El problema era que sin importar la belleza del modelo, al menos una de sus fotos resultaba extraña… Las mujeres de labios carnosos tenían los ojos rojos y los varones perfectos se cubrían por sombras proyectadas por la nada.

Un día, hace poco, se encontró con una modelo celestial, tez blanca, ojos verdes, todo en ella era divino, no había un solo problema con su belleza.

El fotógrafo guardó todos sus viejos trabajos en un cajón bajo llave, donde se pondrían amarillos con el tiempo, asegurando que ahora todo sería distinto. Cargó su cámara y salió a donde se encontraba Helena.

No gastaba un cuadro en vano, él planeaba todos sus trabajos, y ésta no era una excepción. Creía que más que capturar rostros, el fotógrafo debe retratar almas, por lo que siempre consideraba al menos hablar primero con la modelo y luego, fotografiarlo.

Ambos se vieron a los ojos, pero hablaron muy poco.

-Hola, yo soy Helena y me gusta modelar.

-A mi me gusta tomar fotos.- Respondió con sarcasmo el fotógrafo, suponiendo que por dentro estaba hueca. –Adelante con la foto- continuó algo malhumorado.

La sesión transcurrió normalmente, sólo talvez un poco más rápido que en otras ocasiones, pero ninguno le dio importancia.

-Gracias, yo la llamo cuando estén- Dijo el fotógrafo como despedida.

-Gracias –Respondió y se fue.

Una vez reveladas las fotos, el fotógrafo no lo podía creer. Fue de inmediato a traer su cámara para ver qué andaba mal. El diafragma estaba en 22, demasiado cerrado para la poca luz que había en ese momento. ¿Cómo no lo notó? … talvez lo compensó con el tiempo de exposición. No, 1/500, las fotos se tomaron demasiado rápido. Todas las fotos estaban igual, subexpuestas, muy oscuras como para reconocer alguna imagen en ellas, ni siquiera se podía ver la modelo, en esas condiciones era imposible.

Rendirse no era una opción. Volvieron a verse, esta vez, Helena habló de música y política. El fotógrafo se sintió aliviado al notar que la modelo no estaba hueca, y se entusiasmó al iniciar otra sesión.

El fotógrafo se encargó de controlar cada detalle para que fuera perfecto, pero el destino se encargó de controlar cada detalle para que no lo fuera.

Cada vez los ojos de la modelo embriagaban más al fotógrafo, que pensaba que era lo más rescatable de su modelo.

El tapón de la cámara, un dedo, una rama, un caminante, una mancha… en cada foto había algo que impedía que salieran bien. A pesar de que esta vez el fotógrafo y la modelo dieron todo de sí, el destino no quiso permitir que fueran uno.

El fotógrafo estaba completamente decidido a intentarlo de nuevo, pero dudaba de si Helena quisiera prestase de nuevo para su juego.

De todos modos lo intentó esta vez había conseguido ayuda para lograrlo, nada podía fallar. Incluso el destino parecía estar de lado, ya que la modelo aceptó, sin objeción alguna.

Hablaron por horas, cada vez el fotógrafo creía mas que era perfecta. Ella no parecía notarlo, se veía a si misma como una modelo más.

Se dispuso todo lo necesario para que saliera bien, la modelo estaba más hermosa que nunca. Tanto que el fotógrafo se perdía en sus ojos vedes cada vez que los enfocaba, se ahogaba en su boca cada vez que la abría para hacer un comentario.

La sesión le pareció eterna al fotógrafo, sintió cada segundo más largo que de costumbre.

Incluso hablaron después de la sesión. El sobre su trabajo, tratando de parecer importante; y ella, sobre ella, tratando de parecer amable. Pero lo más valioso de de esa conversación fue un inocente comentario. “Yo debería usar anteojos, pero por el modelaje uso lentes de contacto”

Terminó más tarde que antes y se sintió feliz aunque un poco decepcionado. La modelo se fue sola creyendo que el fotógrafo estaba diferente, pero sin notar que todo el día alimentó el amor del fotógrafo y que al final desplomó el altar que estaba construyendo.

Apenas la modelo abandonó el estudio, una extraña tristeza invadió al fotógrafo, le dolía saber que lo que amaba no era real. Por primera vez quería algo diferente, ya no quería ver los cuerpos, ahora veía en las almas, y un comentario inocente lo había puesto a replantearse.

Lo único que consoló al fotógrafo, fue la esperanza de satisfacer a su modelo con un trabajo bien hecho.

Sin otra cosa por hacer se adentró en la intimidad de so cuarto oscuro, donde la única luz en su vida provenía de un bombillo rojonaranja de tenue luz.

Revelaba y lavaba cada foto lleno de una esperanza hueca, casi sin fundamentos, creía que esto sería tan bueno para dejar de ser sólo un fotógrafo en la vida de aquella muchacha.

Su alma casi se destroza cuando vio el resultado de su trabajo. Estaba tan perdido en las negras pupilas de su furtivo amor que no notó que la exposición fue muy larga, se confió tanto esa arde que no le prestó atención a nada más, creyó que todo se daría por si mismo. Cada foto estaba casi en su totalidad blanca, sobreexpuesta, solo unas cuantas líneas grises y rojas, demasiado tenues como para definir alguna figura. Demasiada luz había entrado, demasiado tiempo se habían esperado, tampoco funcionó.

Una profunda depresión invadió al fotógrafo, ya no quería volver a intentarlo, estaba dispuesto a dejar todo lo que en este último año había ganado, iba a volver a ser el fotógrafo superficial que había sido siempre.

Fue entonces cuando sacó, de aquel melancólico baúl, las fotos que había tomado. Las viejas fotos le harían recordar cómo era él se tiraría de cabeza al abismo del pasado y viviría de él.

Entre esas fotos había una de la última sesión, no pudo evitar el llanto, pero ya no era depresivo, sino melancólico, una sonrisa se esbozaba entre las lágrimas. Algo había descubierto.

Pasaron meses antes de que el fotógrafo volviera a encontrarse con Helena, ésta vez hablaron más que nunca, con una sinceridad inusual en el fotógrafo, que nunca hablaba mucho ni acostumbraba ver a los ojos de la gente. De nuevo se perdía en sus ojos verdes, ahora sabía que eran falsos, pero los amaba, y la amaba a ella por tenerlos. No entendió entonces porqué, pero esta vez no la invitó a ser fotografiada. Y se sintió bien por eso.

Talvez esté destinado a nunca conocer sus ojos café, pero sabe que algún día podrá retratar los verdes.