Dulces sueños, capítulo VIII

Esa mañana, después de despertar, el caballero andante se dió cuenta de que en realidad no había encontrado lo que buscaba. Se había dormido feliz, después de haber recorrido un largo camino.
El camino que recorrió el caballero, lleno de dragones y oponentes, esa mañana era un sendero. A lo largo de un bosque de árboles grandes y coloridos. Al lado del sendero, estaba sentado un viejo.
-¿Hacia adónde caminas?- preguntó el viejo
-No sé
-Entonces ya llegaste
El caballero suspiró y se sentó en el suelo, junto al viejo hasta el anochecer, cuando fue invitado a pasar la noche en casa del viejo.
La casa estaba cerca, el viejo vivía con su familia, que hospitalaria recibió al caballero con música y comida, después de bailar y comer, el caballero relató sus historias a la familia.
Les contó que es un príncipe que buscaba aventuras, cuando cambió su forma de ver el mundo, porqué decidió ser un caballero andante, y de cuando casi se rinde. También habló de sus aventuras, de cuando enfrentó al dragón, cuando se quedó con la mujer extraña, de la docella que no pudo salvar. Estaba feliz de haber llegado a algún lugar.
Después de recordar tanto, cansado de sostener el peso de la nostalgia, el caballero andante se fue a dormir.
-Dulces sueños- dijo el viejo mientras el caballero subía.

Esa noche, el caballero tuvo un sueño muy extraño. Al despertar, se dió cuenta de que en realidad no había encontrado lo que buscaba. De que no había llegado a ningún lado. Y de que necesita seguir caminando...

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