Tarde de abril (un cuento para Radio)

Es una soleada tarde de abril. Julián y sus amigos juegan en el bosque, cerca del arroyo. Hay un pequeño barco de madera flotando en el arroyo, atado a un cordón para que no se vaya. Juegan juntos desde que eran niños. Ahora, adolescentes, vienen al bosque cada semana. La tarde cae, la luna sube y el viento frío sopla cada vez más fuerte.
-Se hace tarde, debemos irnos- dijo Pilar
Todos concuerdan y caminan hacia la salida. Julián sigue viendo el barquito que flota. Julián piensa: “Ese barco se parece a mí, sólo flotando, sin saber hacia dónde, sin poder ir más lejos”. El aullido de un lobo lo distrae. Se percata de que sus amigos ya no están. Saca el barco del agua y corre por el sendero.
Los truenos alteran la calma. La lluvia empieza a caer. Julián corre más rápido, pero no sabe hacia dónde. Un estridente grito le da la ubicación de sus amigos. Sigue el sonido del grito y encuentra a sus amigos. Los cuatro están en las ramas de un árbol. Mónica fue la que gritó, y está herida. Hay un lobo esperando a que bajen. Julián se oculta del lobo, no sabe que hacer. Está pensando en escapar.
“Son mis amigos, no los puedo dejar solos” Pensó Julián. -Aquí estoy- gritó. El lobo voltea, mira fijamente a Julián. Los cuatro adolescentes bajan del árbol y se alejan. Dos de ellos se quedan cerca para ayudar a Julián, tampoco saben qué hacer. La tormenta empeora. Julián sólo tiene el barco de madera. Un destello atraviesa el cielo. “Esta es mi oportunidad” pensó Julián. Arrojó el barco a la cabeza del lobo, en ese instante el sonido que acompañaba el destello sacudió el bosque. Un golpe de suerte. El lobo huye asustado por el sonido y el golpe del barco que coincidieron. Todos están a salvo.

¿Cómo sobrevivir un día?

¿Entonces sólo fue un sueño? No importa. El agua caliente no despierta, pero la fría es peor. El bus tampoco espera.
Se conocen tantas personas. Pero no se vale buscar. A la casualidad le gusta jugar.
Piense en lo que quiere, y en lo que no quiere. Piense también que el mundo va a seguir girando de todos modos, y no tiene sentido quedarse atrás. Si piensa que no entiende el mundo. Descríbalo, dibújelo, tómele una foto, enséñele que usted pone los límites.
“Había una vez un caballero andante, que le regaló una cruz a un chiquito, y una bruja que lo atrapó (al caballero)”
¿Deseo Romántico? No gracias. Es igual, no se vale buscar. Pero aparece sólo. Como la luz, por más que uno se esconda.
¿Y los ojos? Dibújelos para que no se le olviden. Y si no sabe dibujar los labios. Aprenda.
“Había otra vez, el mismo caballero andante, que quería dejar las cosas a medias”
¿Puede aparecer sólo una vez en todo el año? Efectivamente, no deje que se escape. ¿Y la luna? La luna siempre va a estar ahí, pero a veces se ve y a veces no.

Algo muy importante es no mirar atrás hasta que haya pasado el túnel. Es más fácil ver desde lejos, entre más lejos, más amplia la perspectiva y el panorama. El tiempo no es su enemigo, quiéralo. Tampoco es su amigo, no lo sobreestime. Sólo camine con él y entiéndalo porque jamás se lo va a quitar de encima.

Si algo me faltó. Agradezca, porque si se lo digo todo sería muy aburrido.