Las llaves

Después de un cansado día de trabajo, lleno de papeles, quejas, señoras enojadas, dinero ajeno y niños llorando, Jonathan terminaba su ronda, agotado, despeinado, camisa abierta, corbata suelta.

Ya las luces en el banco están apagadas, sólo tiene que cerrar su oficina y, podrá irse a su casa. ¿Taxi? No, aún no me pagan, pensaba mientras terminaba de arreglar su escritorio.

Listo. Los papeles en orden, todo en su lugar. Asegurándose de dejar todo desconectado, salió de la oficina, cerrando la puerta tras de sí. Registra sus bolsillos buscando las llaves. Nada. Los de atrás, tampoco. Deben estar en el maletín. Mira sus manos vacías… mierda… golpea su frente contra el vidrio de la oficina, a través del cuál se ve el maletín, olvidado al salir.

-¿Ahora qué?- Se preguntaba Jonathan con las manos sobre la cabeza… no podía abandonar el banco sin cerrar la oficina… es más, no podía irse sin su maletín, su dinero estaba ahí, las llaves de su casa…

-¡El guarda!- Corrió hasta la puerta principal buscando al portero. Lo encontró sentado, con una taza de café a su lado. Se acercó:

-Disculpe Señor… señor-. El guarda estaba dormido, era inútil. Lo despertó con un ligero golpe y le pidió las llaves de la oficina.

-Lo siento, yo sólo tengo las de la puerta-. Respondió bostezando el guarda. -Debería llamar a alguien que tenga las llaves- añadió mientras volvía a su posición.

Jonathan revisa sus bolsillos buscando el celular… sí, también estaba en el maletín. –Señor, ¿me prestaría su teléfono? Despertó de nuevo al guarda.

-Claro- dijo el durmiente mientras se lo daba en la mano.

Amanda era la compañera de oficina de Jonathan, él nunca la había llamado. Dicen que Estaban enamorados, pero nunca se lo dijeron. Desde entonces, casi no se hablan.

-Aló

-Hola… ¿Am…Amanda?

-Sí, ¿Quién habla?

-Es Jonathan… dejé las llaves en la oficina…

Amanda llegó como media hora después, despertó al guarda golpeando la puerta de vidrio. Subió a la oficina, y sin mucho hablar, abrió la puerta. Las llaves aún colgaban de la cerradura. Jonathan sacó su maletín rápidamente. Amanda cerró y guardó sus llaves.

Jonathan por fin salió del banco, recordando todo lo que pasó esa noche. Las llaves. El guarda dormido. Amanda. Cuando sacó el maletín rápidamente… tan rápidamente que no notó que sus llaves colgaban de un gancho en la pared de su oficina.

Un sonido extraño le interrumpió los pensamientos: Prats. Levanta su pie. Mierda, en su total sentido, de perro.

Mañana comienzan las vacaciones de Amanda. Dicen que se va una semana a Panamá. Sólo ella tiene el otro juego de llaves…

2 comentarios:

  1. Deberíamos desechar las puertas, voto.

    Disfruté leerlo :)

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  2. Me gustó mucho, me pareció buenísimo. Se nota que disfrutó escribiéndolo. Pura vida.

    Saludos, Leo.

    http://www.leoycomentocr.blogspot.com/

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